diaconisaLa posibilidad de instaurar el diaconado femenino en la Iglesia Católica sigue siendo una cuestión abierta y debatida intensamente dentro de la comunidad eclesiástica y académica. A pesar de la existencia de precedentes históricos en las primeras comunidades cristianas, la oficialización de las diaconisas en la actualidad enfrenta tanto apoyos como reticencias.

Historiadores y teólogos apuntan a figuras como Febe, mencionada por San Pablo en la Carta a los Romanos como "diaconisa" de la iglesia de Céncreas, como ejemplo de mujeres que desempeñaron roles eclesiásticos significativos en el cristianismo primitivo. Documentos como las Constituciones Apostólicas del siglo IV y las legislaciones de Justiniano, así como el Concilio de Calcedonia, ofrecen evidencias de la ordenación de diaconisas y sus funciones específicas en la Iglesia primitiva.

El tema ganó relevancia contemporánea en 2016, cuando la Unión Internacional de Superioras Generales, representando a casi 900 religiosas, propuso al Papa Francisco la creación de una comisión para estudiar el diaconado femenino en la Iglesia primitiva. Aunque la comisión se estableció ese mismo año, sus conclusiones no lograron un consenso claro, lo que llevó al Papa a prometer durante el Sínodo de la Amazonía en 2019 la formación de una nueva comisión con miembros renovados para continuar el estudio.

Philip Goyret, profesor de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, subraya que la funcionalidad del diaconado femenino en las primeras etapas de la Iglesia difiere significativamente de las necesidades y estructuras actuales. En la antigüedad, las diaconisas desempeñaban tareas como el bautismo de mujeres, una práctica que requería privacidad y decoro. Hoy, el perfil y las responsabilidades del diaconado han evolucionado, planteando la pregunta de si las formas antiguas de servicio pueden integrarse o adaptarse a las prácticas modernas.

La discusión también se enmarca en un contexto más amplio de cómo la Iglesia Católica aborda los roles de género dentro de sus estructuras de poder y servicio. Mientras algunos ven en el diaconado femenino una oportunidad para enriquecer el ministerio con la inclusión de mujeres en roles de liderazgo y servicio, otros argumentan que debería respetarse la tradición que, históricamente, ha limitado estos roles a los hombres.

El Sínodo sobre la Sinodalidad, celebrado recientemente, ha vuelto a poner este tema en el centro de atención, convirtiéndolo en uno de los puntos más debatidos. La discusión no solo refleja las diferencias de opinión dentro de la Iglesia, sino también el creciente clamor de algunas partes de la comunidad católica por una mayor igualdad y reconocimiento de las capacidades y vocación religiosa de las mujeres.

A medida que la Iglesia Católica continúa evaluando su postura sobre el diaconado femenino, se espera que el tema sea un punto destacado en la asamblea del sínodo programada para octubre de 2024. La decisión podría tener implicaciones significativas no solo para las mujeres dentro de la Iglesia, sino también para la percepción de la Iglesia en una sociedad que cada vez valora más la igualdad de género.


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