coboEl joven elegido por Francisco, oficialmente y de cara al público, se autodescarta para la presidencia de la CEE aunque quienes lo conocen hablan de su ambición y de un gran ego, que  evita hacerse la foto del perdedor.

En esa su lucha interior entre el “lo deseo” y el “lo puedo” no hay un vencedor claro, antojándose imprescindible conciliar ambas posturas sin que se noten demasiado las ansias de poder de maduración exprés por designación papal. Postularse y perder sería un golpe demasiado duro para quien no acepta los techos, así que la mejor opción es ganar por detrás. En ese hábitat se encuentra como pez en el agua.

¿Qué hay en juego en las elecciones de la semana que viene en la Conferencia Episcopal? ¿Tan importante es esa presidencia? ¿Realmente de qué tratan? Es muy sencillamente resumible, se trata de Fiducia Suplicans, que nadie se engañe.

Existen dos grandes vías. Por un lado, la pro Tucho, que es el alter ego de Cobo en Roma. Alguien joven, más favorable a los movimientos LGTBi, de nula experiencia y escaso bagaje intelectual pero bien relacionado en los círculos de poder. Frente a ellos la línea conservadora, mucho más formada intelectualmente, pero con menos dotes para las intrigas de despacho. La línea más temida en Ferraz por la nitidez de sus planteamientos y sus nulas concesiones a las ideologías anticatólicas.

Afortunadamente, nuestros obispos, aunque poco valientes a veces, no se dejan seducir por cantos de cisne y son conscientes de los riesgos de seguir engordando al cardenal súbito y con él, esa preocupante deriva de desconcierto que va llegando desde tierras italianas, donde sínodos y fiducias tienen a la parroquia perpleja.

La estrategia de los llamados obispos rojos es muy sencilla y antigua: dividir el voto.

Lanzar a Gil Tamayo no es sino un intento de desmenuzar las opciones de Argüello frente a Cobo. Es una lástima que en estos comicios no existan los debates televisados porque un duelo entre Argüello y Cobo sería de lo más clarificador para el mundo entero sin posibilidad de error, aunque la astucia del cardenal de Madrid le invitaría a la retirada antes del duelo.

Recuerdo esas imágenes de Rajoy arengando a Pablo Iglesias en la campaña electoral del año 2015. El mítico “Vais muy bien”. El gallego era consciente de que si los votos de Iglesias iban para Sánchez el perjudicado final sería él, así que, aunque ideológicamente estuvieran extraordinariamente alejados (o quizá no tanto), no encontró reparos éticos en apoyar a alguien tan hostil y los medios afines a la derecha regalaron muchos minutos al de la coleta.

De esas fuentes tan evidentes parecen haber bebido Cobo y sus acólitos. Religión Digital, ese medio tan colorado, ha enviado al obediente de Jesús Bastante a ver si consigue introducir un tercero en discordia en el mano a mano. 

Si los obispos conservadores se distraen con cantos de sirena, el meteorito, como se conoce a Cobo, tendrá opciones de aumentar más aún su repentina gloria. Si perseveran en sus convicciones y mantienen erguida su cerviz, la Iglesia española tendrá un referente sabio y coherente. Si muerden el anzuelo con promesas electorales o siguiendo un trampantojo, el omellismo permanecerá, tristemente, al menos cuatro años más y en una versión más peligrosa por ser más incompetente.

Confiemos en nuestros pastores y en su buen juicio a pesar de las tentaciones.


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