Alfredo Fernández delante de la sede de El País 2Alfredo Fernández, portavoz del Colectivo Sergio Gámez, ha lanzado una crítica contundente contra El País en un reciente artículo de opinión. Acusa al diario de prácticas poco éticas al publicar un caso de abusos sexuales sin la debida verificación. En un giro irónico, señala que El País le criticó por haberse infiltrado haciéndose pasar por una víctima de abuso, mientras que el periódico ha empleado tácticas similares en sus reportajes, especialmente contra la Iglesia Católica. Fernández argumenta que El País solo acepta la infiltración cuando le beneficia, revelando una doble moral en su práctica periodística.

El País siempre ha hecho gala de una supuesta superioridad moral, de la que parece carecer. El artículo de Fernández destaca varios ejemplos donde el periódico parece violar sus propios estándares. Por ejemplo, en la cobertura del obispado de Alcalá, El País usó información de un periodista que se infiltró fingiendo ser un joven homosexual, lo que Fernández considera una hipocresía notable.

El conflicto se intensifica con la mención de Günter Wallraff, un periodista reconocido por sus métodos de infiltración para exponer abusos y discriminación. A pesar de que El País ha alabado el trabajo de Wallraff en el pasado, Fernández apunta a una falta de consistencia en el enfoque del diario cuando enfrenta situaciones similares.

El Colectivo Sergio Gámez, liderado por Fernández, ha sido contundente en su crítica hacia El País, argumentando que el periódico ha perdido credibilidad. Esta acusación se basa en la percepción de que El País selecciona sus métodos periodísticos según la conveniencia de su línea editorial, sin un compromiso claro con la ética.

El portavoz, en su artículo, también aborda la tendencia de los medios de comunicación de emplear tácticas de infiltración solo cuando les resulta conveniente. Según él, esto representa una amenaza para el periodismo de calidad, ya que socava la confianza del público en los medios. 

El artículo de Fernández genera un debate sobre los límites éticos del periodismo de infiltración. Mientras algunos defienden su uso en ciertas circunstancias, otros argumentan que puede llevar a un terreno resbaladizo de manipulación y desinformación. En el caso de El País, el debate se centra en si el periódico ha cruzado la línea entre el periodismo investigativo y la manipulación de la información.

La respuesta de El País a estas acusaciones todavía está por verse. Sin embargo, el artículo de Fernández ha puesto de relieve la importancia de un periodismo ético y transparente, y ha abierto un espacio para la reflexión sobre las prácticas periodísticas en la era digital. Con el auge de las redes sociales y la rapidez con que se difunde la información, la responsabilidad de los medios de comunicación de mantener altos estándares éticos se vuelve cada vez más crucial.

Por su interés, reproducimos el artículo completo:

La viga de El País o cómo cambia de principios en función de sus intereses

Íñigo, hermano, ¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano y no te das cuenta de la viga que tienes en el tuyo? (Mateo 7, 3)

Qué lecciones de ética tan bonitas está dando el periódico El País a costa del Colectivo Sergio Gámez, que se está tragando todos los ataques furibundos desde la izquierda anticlerical mediática, capitaneados por el periódico gubernamental. Hasta han conseguido testimonios de religiosos que se prestan a darles la razón. En la Iglesia de Cristo cabemos todos.

Qué pena que durante años los obispos pensaran que lo mejor que se podía hacer con una persona acusada de abusos era cambiarle de sitio. Qué lástima que no tomaran medidas contundentes con los casos probados o con apariencia fundada de verosimilitud. La Iglesia tiene que realizar una auditoría seria, con el objeto de conocer el alcance de esta lacra que se coló en su mismo seno y en la sociedad entera. Se lo debe a las víctimas verdaderas. Pero no puede ni debe permitir que esa investigación provenga de medios de comunicación ateos, anticlericales y con una marcada y conocidísima tendencia de odio a una institución fundada por Jesucristo. Partamos de cero en la investigación, hágase una auditoría imparcial -ni Cremades ni por supuesto El País- con el único deseo de conocer a Cristo, Camino, Verdad y Vida.

El Diario El País todavía no ha explicado por qué no verificó, o por qué manipuló, o hizo chapuzas con una investigación importante. Pero les ha sentado tan mal, que en lugar de defenderse han buscado matar al mensajero. Quizá es que su acción tenga poca defensa, y por eso, para despistar, se han dedicado a bucear en la vida personal del portavoz del Colectivo Sergio Gámez, que realizó la verificación que les ha puesto en evidencia.

Después de realizar una crítica ad hominem, a continuación lo que queda de este prestigioso periódico ha intentado machacar la verificación denostando el método utilizado. Según estos expendedores de carnets de ética, un periodista no puede hacerse pasar por otra persona para realizar una investigación.

Pero el argumento que les sirve para denostar su evidenciada mala praxis es el mismo que dan por bueno cuando se trata de atacar a la Iglesia o a otros colectivos. Si es contra la Iglesia vale todo, incluso los métodos que ellos critican. En lugar de “Diario independiente de la mañana” su lema podría ser “estos son mis principios y si no les gustan tengo otros”, de Marx, no el comunista, aunque algún becario de este periódico, fruto de la LOGSE, podría haberlo comprendido mal.

Veamos varios ejemplos de la ética periodística que impregna la profesionalidad de Íñigo Domínguez y Julio Núñez.

1 de abril de 2019. Un caso de periodismo amigo. Eldiario.es publica que el obispado de Alcalá celebra cursos ilegales y clandestinos para 'curar' la homosexualidad. Ahí cuentan que “una supuesta terapeuta da una sesión a un periodista de eldiario.es que se hace pasar por un joven confuso con su orientación sexual para que deje de ser gay” y le dan un consejo muy válido a la luz de los recientes estudios psiquiátricos: “Debes gobernarte y dejar de ver porno”

Esta información le sirve a El País para relatar que “El Gobierno madrileño investiga si la diócesis de Alcalá ofrece sesiones para “curar” la homosexualidad”, una información que firma Julio Núñez, precisamente uno de los redactores encargados de la investigación de El País sobre los abusos sexuales solamente en el seno de la Iglesia Católica. El periódico progre, gracias a Núñez, aprovecha que una persona se hace pasar por gay para acusar a la diócesis de Alcalá. Juegan con el colectivo homosexual con el fin de atacar a la Iglesia, y en este caso el fin sí justifica los medios. Aunque la institución atacada, el obispado, haya emitido un comunicado en el que afirma que se trata de una "noticia falsa" con "acusaciones antiguas" y "un montaje teatral construido ad hoc”. La paja en el ojo ajeno y la viga en el tuyo. Y como para estos progreateos cualquier medio que empleen es bueno para machacar a la Iglesia, vapulean sin ningún escrúpulo al obispo Reig Pla en un artículo titulado “La controvertida década del obispo de Alcalá”.

Cientos de casos de periodistas infiltrados para contar la verdad recorren las páginas de prestigiosos periódicos sin que nadie haya alzado la voz para criticar tal práctica. Ni el más mínimo reproche con el diario El Mundo, cuando dos de sus periodistas se hicieron pasar por dos homosexuales en búsqueda de ECOSIG (Esfuerzo para Corregir la Orientación Sexual e Identidad de Género) en una noticia publicada el 28 de septiembre de 2022. Tampoco cuando una periodista de La Sexta se hace pasar por una inquilina interesada en el alquiler de una vivienda para poner de manifiesto las complejas condiciones que exigen agencias y particulares (28 de octubre de 2022). Nadie, tampoco El País, reprochó semejante técnica periodística de investigación. Periodismo amigo.

Pero es que el propio diario El País valida estas prácticas en sus páginas. El 19 de noviembre de 2003 el periódico laicista cuenta en su sección Internacional que “Un periodista se hace pasar por sirviente en Buckingham, donde se aloja Bush” y en su relato no hay ningún ápice de crítica a los métodos utilizados.

El propio Diario El País publica un artículo en Tribuna titulado “El periodista infiltrado”, que firma el historiador, editorialista y periodista británico Timothy Garton Ash, en el que se pregunta si “es legítimo que un reportero de la BBC se cuele en Corea del Norte como parte de un viaje de estudios”. En ese artículo el conocido periodista afirma que parte de “una enorme comprensión hacia el reportero disfrazado. No tenemos ninguna obligación de ser sinceros con los tiranos. Y no hay nada como estar allí, en el sitio…”. También afirma en su artículo que “para conocer de verdad lo que ocurre en esos lugares llenos de secretos y maldades, son necesarios años de esfuerzo por parte tanto de periodistas como de estudiosos, dispuestos a compartir los frutos de sus respectivos trabajos.”

Más ejemplos de quien otrora fuera un periódico serio. El 1 de octubre de 2020 El País publicaba la noticia de un periodista que se había infiltrado en la policía francesa con el objetivo de “revelar más tarde, en un libro, lo que desde fuera no se ve, las prácticas irregulares y las deficientes condiciones laborales en las fuerzas de seguridad”. Y esta práctica le parecía muy honrosa al diario del gobierno socialista. Y la verdad es que a nosotros también, y tomamos nota de la sugerencia de contar en un libro cómo se forjó esta tremenda chapuza periodística de El País.

El 23 de enero de 2003 El País publicaba el reportaje “Un año infiltrado en la peña radical 'ultrasur'”, en el que contaba cómo el periodista Antonio Salas se hizo pasar por otra persona con el objeto de documentarse para escribir un libro sobre cómo funciona este grupo: Diario de un skin.

La hemeroteca es generosa con el relato de casos en los que un periodista se hace pasar por otra persona para publicar información de calidad. El lector lo podrá comprobar con una simple búsqueda en Google, que arrojará cientos de casos sobre periodistas infiltrados con el objeto de contar y verificar informaciones. Y a ninguno de ellos parece que El País le haya hecho ascos ni haya criticado. Claro, porque no tocaban su credibilidad ni el pan de sus hijos.

Günter Wallraff, maestro de varias promociones de periodistas y poco sospechoso de peajes periodísticos, se encargó durante 40 años de revelar, previa infiltración, los abusos de poder, la xenofobia y las condiciones de explotación laboral de miles de obreros y empleados de Alemania. El periódico El País lo apoda “el padre del periodismo de infiltración” y le dedica un sentido reconocimiento en sus páginas en el año 2013. Por si se les ha olvidado, también tienen publicado un artículo en el que Günter afirma que “nunca entraría en la vida íntima de las personas”. O sea, becarios de El País, quiere decir que nunca intentaría matar al mensajero.

---------------------------

Ponemos en marcha una investigación para verificar el periodismo de El País y solo de El País. Si conoce algún caso de abusos periodísticos (falta de rigor, omisiones fundamentales, desidias, pseudoinvestigaciones…) de El País que no haya visto la luz, envíenoslo a Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.. Si el caso es de América Latina, puede usar este mismo correo.

(Velamos por la observancia del Libro de Estilo, El Estatuto de Redacción de El País, así como la correcta labor del Defensor de El Lector).

No es ideológico; es por el derecho de los lectores."


Escribir un comentario

Enviar